No todas las especies de plantas tienen los mismos requerimientos. Para cada una existen condiciones ideales de luz, temperatura, aireación, humedad, tipo de suelo, entre otras. Es muy importante conocer las necesidades de nuestras plantas para permitirles un desarrollo adecuado y que de esta forma expresen sus mejores características. Algunas sugerencias generales son:
- Elegir el lugar más adecuado: Dependiendo de las necesidades de luz de cada planta, podemos ubicarlas a plena luz, luz sin sol directo, sombra o semisombra. Los lugares bien aireados siempre serán más recomendables.
- Sustrato: Por lo general, las plantas se desarrollan mejor en suelos sueltos y aireados que permiten un buen desarrollo de las raíces. Sustratos arcillosos o compactados dificultan los procesos de drenaje y respiración, propiciarán el ataque de hongos y de enfermedades y limitarán el crecimiento de la planta. A sustratos como tierras, humus y compost, recomendamos mezclar turba, sustrato de coco, cascarilla de arroz o perlita con el fin mejorar sus propiedades físicas.
Algunos tipos de plantas, como los cactus y suculentas, prefieren sustratos arenosos. Para estos casos se recomienda adicionar arena de pega (gruesa) en alta proporción.
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- Humedad: Las plantas obtienen los nutrientes a través de sus raíces y para ello requieren un medio húmedo. Por eso, es importante mantener unos niveles adecuados de humedad en el suelo, siendo cuidadosos con no excedernos. En muchas ocasiones resulta más perjudicial el exceso de riego que la falta de este. También debemos garantizar que los recipientes o materas cuenten con suficientes orificios para permitir un adecuado drenaje. El riego debe dirigirse al suelo y no a las hojas, esto con el fin de evitar la presencia de hongos y de enfermedades.
- Fertilización: El aporte de nutrientes por medio de la fertilización nos ayudará a que nuestras plantas se mantengan sanas y bien desarrolladas. Existen fertilizantes y bioestimulantes para los diferentes tipos de plantas y para cada etapa: enraizamiento, crecimiento o desarrollo, floración, producción de fruto. A modo general, recomendamos la aplicación de fertilizantes químicos granulados cada dos meses, complementar con fertilizantes solubles dirigidos al suelo cada quince días y fertilización foliar una vez a la semana.
Nitrógeno, fósforo y Potasio (N-P-K) son los llamados nutrientes mayores. Los fertilizantes altos en nitrógeno (N) ayudan al crecimiento y al desarrollo del follaje; incrementan la frondosidad y el verdor. El fósforo (P), por su parte, ayuda en los procesos de enraizamiento y floración; los fertilizantes con altos contenidos de fósforo son ideales para mantener nuestro jardín florecido. Por último, el potasio (K) juega un papel importante en el movimiento de los líquidos en la planta; su aporte ayuda a obtener frutos más pesados y de mejor calidad.
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- Manejo de plagas y de enfermedades: Las plantas, como todo ser vivo, son susceptibles al ataque de plagas y de enfermedades. Aquellas que se encuentren en ambientes ideales y con buena nutrición, serán mucho más resistentes. Labores como la poda y el desmalezado ayudan a prevenir el ataque de patógenos y favorecen el buen desarrollo. Los monitoreos permanentes nos permiten identificar su ataque y poder así controlar de forma oportuna. Recomendamos aplicaciones periódicas de insecticidas y fungicidas preventivos los cuales pueden ser de síntesis química u orgánica.
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Las plantas son seres maravillosos, a través de la fotosíntesis convierten la energía lumínica en compuestos orgánicos. Son ellas quienes inician la cadena alimenticia, siendo el primer eslabón de los ecosistemas. Por otra parte, son las responsables de depurar el ambiente: convierten el CO2 en oxígeno permitiendo así la vida de los otros seres vivos en el planeta. Establecer un jardín o un huerto en casa se convertirá en una excelente opción para el aprovechamiento del tiempo libre y una terapia ideal para conectarnos con lo natural.
JOSE NICOLÁS GÓMEZ RODRÍGUEZ.
AGRÓNOMO TIERRAGRO